Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem: http://hdl.handle.net/10609/75145
Título : Posicionaments polítics i centralitat social. Una lectura de les distàncies polítiques i culturals entre els joves catalans
Autoría: Gonzàlez Balletbò, Isaac  
Benito Pérez, Ricard  
Resumen : La centralidad social es a la clase media lo que poseer un elevado capital cultural y social a las élites. La centralidad social implica sentirse interpelado como agente activo por el entramado institucional que lo rodea y que ordena la vida pública, de forma que se reconoce plenamente como ciudadano. Incluso si se es crítico con este entorno institucional, no es percibido como ajeno. Pero la centralidad social no es sólo una percepción: se sustenta en un entramado relacional que hace que las personas sientan bien lejos o bien cerca la proximidad de las posiciones institucionalmente significativas. En esta investigación hemos investigado hasta qué punto las prácticas y los imaginarios políticos y participativos funcionan como constructes culturales de capitalización simbólica de la clase mediana, asociados al concepto de centralidad social. Las dimensiones de la centralidad social que hemos abordado son: la centralidad política (integrada por las percepciones políticas, las actitudes políticas y el activismo político), la ideología, la participación asociativa, la adscripción nacional, la trayectoria lingüística y el consumo cultural legítimo. Para hacerlo, hemos trabajado sobre los datos de la Encuesta de Participación y Política (2011), la Encuesta a la Juventud de Cataluña (2012) y la encuesta del CIS Cultura Política de los Jóvenes (2011). En el análisis nos hemos empleado sobre todo modelos de regresión, y en la mayoría de los modelos las variables que hemos situado como dependientes son las diferentes dimensiones (y subdimensions) de la centralidad social. El análisis demuestra que no existe la centralidad social como marcador sistemático de la frontera cultural, relacional y perceptiva entre los jóvenes de clase media y de clase subalterna. No agrupa sistemáticamente los jóvenes que se ubican y excluye los que no. En cambio, la centralidad social acontece un nódulo donde confluyen toda una serie de tendencias subyacentes en las preferencias y disposiciones políticas y culturales de los jóvenes; efectivamente, no están determinadas por su estatus familiar y personal, pero están profundamente influidas. La complejidad de la realidad social hace que ninguna manifestación cultural (ni las de los gustos y preferencias artísticas, ni todavía menos las de los gustos, preferencias y disposiciones cívicas y políticas) esté totalmente determinada por la posición estructural de la cual se parte o que se ha adquirido. Los gustos confluyen y toman configuraciones cambiantes a lo largo del tiempo; se producen dinámicas imitatives y contagios entre grupos en posiciones sociales diferentes; las posiciones estructurales que los individuos ocupan no son absolutamente rígidas, inamovibles y heredadas; la frontera económica del que hemos denominado clase media y clase subalterna es todo menos clara, de forma que no es de extrañar que tampoco lo sean sus expresiones culturales. Todo ello hace absurdo pensar en la centralidad social en términos deterministas. A la vez, obviar la profunda asociación que se evidencia entre el estatus socioeconómico y la centralidad social dificulta enormemente poder radiografiar nuestra sociedad. En términos generales, lo más interesante del estudio ha sido comprobar la fuerte afinidad que se establece entre las diferentes dimensiones de la centralidad social. Todas ellas apuntan en una misma dirección y afectan, en positivo o en negativo, perfiles bastante similares de personas. La centralidad social no diferencia de forma rígida y contundente los jóvenes, pero establece unos grados de afinidades cargadas de connotaciones clasistas, a pesar de que no dibuje fronteras precisas. En este sentido, la centralidad social emerge como un concepto clave para entender las distancias en las cosmovisiones de los jóvenes, y, vinculado a esto, la manera en que conciben su posición en la sociedad y sus posibilidades de movilidad ascendente. Así pues, más allá del valor de uso de las prácticas políticas y participativas -el que podríamos denominar la dimensión práctica de estas cuestiones-, todas ellas cargan una dimensión simbólica, un valor de cambio que opera en paralelo. Las dimensiones de la centralidad social son un lenguaje no verbal que nos habla de quién somos y de qué posición ocupamos en el mundo, de cómo nos posicionamos en relación a aquellos que no están en la misma situación que nosotros. En este sentido, la centralidad social no (no sólo) delimita carències, como tendemos a pensar. La centralidad social (también) nos habla de cómo piensan y conciben la sociedad los jóvenes "que se salen" (o que creen que se saldrán) y "aquellos que no se salen".
Palabras clave : juventud
participación ciudadana
cultura política
desigualdad social
Tipo de documento: info:eu-repo/semantics/report
info:eu-repo/semantics/report
Fecha de publicación : 2015
Licencia de publicación: http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/es/  
Aparece en las colecciones: Treballs, papers de recerca

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